martes, 26 de abril de 2016

MITO: LOS VOLCANES

MITO DE LOS VOLCANES


Iztaccihuatl, hace ya miles de años, fue la princesa más parecida a una flor, que de la tribu de los viejos caciques del Capitán más gentil se enamoró.

 
  El padre augustamente abrió los labios y dijole al Capitán seductor, que si tomaba un día la cabeza del cacique enemigo, en su vara y lanzón.

Encontraría preparados, a un mismo tiempo el festín de su triunfo y el lecho de su amor.

Y Popocatépetl fuese a la guerra con esta esperanza en el corazón domo la rebeldía de las selvas obstinadas, el motín de los riscos contra su paso vencedor, La osadía despeñada de los torrentes, y la acechanza de los pantanos en traición; y contra cientos y cientos de soldados, años de años gallardamente combatió.

Al fin torno a la tribu, y la cabeza del Cacique enemigo sangraba en su lanzón. Hallo el festín del triunfo preparado, pero no así el lecho de su amor; en vez de lecho encontró el túmulo.

En que su novia, dormida bajo el sol esperaba en su frente el beso póstumo de la boca que nunca en vida la beso Y Popocatépetl quebró en sus rodillas el haz de las flechas; y, en una sorda voz conjuro las sombras de sus antepasados contra las crueldades de su impasible Dios.

Era la vida suya, muy suya, porque contra la muerte la gano; tenía la riqueza; el poderío; pero no tenía el amor... Entonces, hizo que veinte mil esclavos alzaran un gran túmulo ante el sol: amontono diez cumbres en una escalinata como de alucinación; Tomo en sus brazos a la mujer amada, y él mismo sobre el túmulo la coloco; luego, encendió una antorcha, Y, para siempre, quedo en pie Alumbrando el sarcófago de su dolor.


Duerme en paz, Iztaccihuatl; nunca los tiempos borraran los perfiles de tu casta expresión. Vela en paz, Popocatépetl; nunca los huracanes apagaran tu antorcha eterna de amor.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario